Cuando Ugamú empezó a ser el amigo imaginario de Óscar, jamás pensó que iba a estar tanto tiempo a su lado.
Ahora Óscar tiene 13 años y Ugamú está viejo y lo único que desea es poder jubilarse. Para lograr esto, debe hacer que Óscar se olvide de él y sea un adolescente como el resto.
Las cosas no son tan sencillas, pues a Óscar la adolescencia le resulta complicada y aburrida y él prefiere seguir siendo un niño.
Óscar ha llegado a la adolescencia, pero a pesar de esto, él aún es un niño; sólo piensa en jugar y divertirse, y aún conserva a Ugamú, su amigo imaginario.
Ugamú, por su parte, no está feliz con esta situación. Ha dejado de ser el amigo imaginario juguetón que alguna vez fue y ahora luce viejo, amargado y achacoso. Sabe que la isla del retiro imaginario lo está esperando y él no ve la hora de poder jubilarse y estar allí, tomando el sol, lejos de Óscar y sus ganas de jugar todo el día.
A pesar de no interesarse en los cambios de la adolescencia, Óscar tiene que enfrentar a diario nuevas experiencias, propias de su edad.
Ugamú aprovecha estos momentos para intentar que Óscar actúe y haga las cosas que hacen el resto de adolescentes. Piensa que, de esta manera, Oscar se olvidará de él y así podrá jubilarse.
Pero a pesar de todos sus intentos, nunca lo consigue, pues Óscar vive cada experiencia a su manera, imponiendo siempre su esencia infantil.